sábado, 1 de noviembre de 2008

BENDICIONES POR MALDICIONES



Un día, fuimos con mi mamá a dar un paseo, llegamos a un lugar donde hay muchas ventas artesanales ,recorrimos los puestos donde se exhibían , estabamos admirando las cosas que habían y preguntó el precio de una, cuando se lo dieron, me hizo un comentario de lo difícil que está la situación económica, el vendedor escuchó y metiéndose en la conversación dijo algo a cerca de no lamentarse, pero lo dijo en una forma muy grosera, me molesté mucho y disimuladamente halé a mi mamá del brazo para que nos fuéramos de ahí a otro de los puestos, ella se resistía, le gustó mucho un objeto y quería comprarlo, le dije: -Vamos a otro puesto, estoy segura que hay otros iguales y a mejor precio-, cuando íbamos caminando recorriendo las otras ventas, me preguntó por que quería retirarme de ahí y le respondí que por lo grosero que aquel vendedor le habló, ella, que tiene una gran paciencia, me dijo:´-¡No se enoje, lo que dijo es verdad¡-, sí, le respondí,- seguramente es verdad, pero fue muy grosero al decirlo-. Ella me respondió que sí, pero que las palabras de aquel hombre la habían hecho reflexionar y que el tenía razón, que a través de el, Dios le había hablado, y entonces me di cuenta que Dios nos había hablado a las dos. No que El esté de acuerdo con las groserías, pero en determinado caso, pude usar a un grosero para hablarnos, El usó hasta a una mula para hablar a un profeta necio,Balaam. (Números 22:27-32)

Num 22:27 Cuando el asna vio al ángel del Señor, se echó al suelo. Entonces Balaam se enojó y la azotó con una vara.
Num 22:28 En ese momento el Señor hizo que el asna hablara, y que le dijera a Balaam: –¿Qué te he hecho? Con esta van tres veces que me pegas.
Num 22:29 –Te estás burlando de mí –le respondió Balaam–. Si tuviera a la mano un cuchillo, ahora mismo te mataría.
Num 22:30 Pero el asna le dijo: –Yo soy el asna que tú has montado toda tu vida, y bien sabes que nunca me he portado así contigo. –Es verdad –respondió Balaam.
Num 22:31 Entonces el Señor hizo que Balaam pudiera ver a su ángel, que estaba en medio del camino con una espada en la mano. Balaam se inclinó hasta tocar el suelo con la frente,
Num 22:32 pero el ángel del Señor le dijo: –¿Por qué le pegaste tres veces a tu asna? yo soy quien ha venido a cerrarte el paso, porque tu viaje me disgusta.”

- Tiene razón-, le dije a mi mamá, Dios puede hablar de esa forma, y recordé las muchas veces que he escuchado verdades que no me han agradado por que fueron expresadas groseramente, en especial una vez, que conversando con una persona, de pronto comenzó a señalarme y a enumerar todos los defectos que había visto que yo tenía en una forma muy grosera. Me sentí tan mal, que no pude evitar llorar y enojarme. Después, como siempre hago, fui a hablar con Dios de lo que había pasado, y El también como hace siempre me respondió con esas respuestas llenas de amor que no importa que sean para corregirme, siempre producen paz. El me llevó a un pasaje de la Biblia que no había leído nunca hasta ese día:


ll Samuel 16 :5-13 :

“5 Cuando el rey David llegó a Bahurim, salía uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei hijo de Gera. Iba maldiciendo
arrojando piedras contra David y contra todos los siervos del rey David, mientras todo el pueblo y todos los hombres valientes marchaban a su derecha y a su izquierda
Simei lo maldecía diciendo: «¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso!
El Señór te ha dado el pago por toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú has reinado, y El ha entregado el reino en manos de tu hijo Absalón; has sido sorprendido en tu maldad, porque eres un hombre sanguinario».
Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey:
--¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor, el rey? Te ruego que me dejes pasar, y le cortaré la cabeza.
Pero el rey respondió:
–Este no es asunto vuestro, hijos de Seruiá. Si él me maldice, será porque el Señor se lo ha ordenado. Y en tal caso, ¿quién puede pedirle cuentas de lo que hace?
Luego, dirigiéndose a Abisai y a todos sus oficiales, dijo:
–Si hasta mi propio hijo procura quitarme la vida, ¡cuánto más uno de la tribu de Benjamín! ¡Dejadle que me maldiga, pues el Señor se lo habrá ordenado!
Quizá cuando el Señor vea mi aflicción me envíe bendiciones en lugar de las maldiciones que hoy escucho”

Si, el Señor permite a veces que nos maldigan o sea que digan mal de nosotros, con un buen propósito, tal vez por que ya nos lo ha querido decir de otras maneras y no lo escuchamos, pero como dijo David, El tiene el poder de cambiar las maldiciones por bendiciones, El lo hizo con David , lo hizo conmigo un tiempo después de haber recibido aquellas groseras palabras, la situación difícil que estaba pasando y que había provocado que aquella persona me señalara se cambió de una manera maravillosa en algo que ha bendecido mi vida hasta hoy y también lo hizo con mi mamá en aquel paseo pues al final, consiguió comprar la pieza artesanal que quería casi a mitad del precio en otro local y volvió a su casa muy contenta .


Ah, y lo principal, recibimos una nueva lección de amor de nuestro Padre.


ll Pedro 2:20-23

VERSION “DIOS HABLA HOY”


20 Porque si os castigaran por haber hecho algo malo, ¿qué mérito tendría que lo soportarais con paciencia? Pero si sufrís por haber hecho el bien, y soportáis con paciencia el sufrimiento, eso es bueno delante de Dios.
21 Para esto os ha llamado Dios, ya que Cristo sufrió por vosotros dándoos un ejemplo para que sigáis sus pasos.
22 Cristo no cometió ningún pecado ni engañó jamás a nadie.
23 Cuando le insultaban, no contestaba con insultos; cuando le hacían sufrir, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios, que juzga con rectitud.


VERSION "REINA VALERA 95"


20 pues ¿qué mérito tiene el soportar que os abofeteen si habéis pecado? Pero si por hacer lo que es bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.


21 Para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas
22 Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca.
23 Cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente.