miércoles, 14 de mayo de 2008

ATRAVESANDO EL MAR



Hace unos días en un programa de televisión, vi a una señora aterrorizada, que se negaba a volver a su país por no viajar en un avión. Habìa ido al extranjero por visitar a una amiga enferma, pero cuando llegó la fecha de volver a su tierra entró en pànico al pensar en el viaje . Y es que el temor exesivo es paralizante. Viendo a aquella mujer tan asustada por algo que para la mayoría no tenía motivo, recordé las veces en que me he sentido así como ella.
Cuando tenía como 17 años, mi hermana, una amiga y yo fuimos invitadas a ver una corrida de toros, era una especie de parodia, a mi no me hacía ninguna gracia ir , pero por acompañar a mi hermana y amiga fuí. El lugar estaba armado con bigas, tablas y lazos, así formaron las gradas, no era una construcción formal. Estaba lleno, así que nos qudamos debajo de las gradas, de pié . Mucha gente también fué ahí para ver el espectáculo. Como a mi no me interesaba, me quedé atras de todos,( por supuesto no miraba nada de lo que estaba aconteciendo en el ruedo) , mi hermana y nuestra amiga como pudieron pasaron entre la multitud hasta adelante, eso me molestó mucho, sentía que era peligroso. Pasaron unos minutos, de pronto, alguien del público, tal vez por hacer una broma, gritó:¡Se saliò el toro!. No se necesitó más para que toda aquella gente que estaba en las gradas, se pusiera de pié y comenzara a correr. Desde abajo, yo veía como la madera temblaba y se movía de un lado hacia el otro, quería correr y salir de ahí. Atras de mi estaba un cerco hecho de láminas que me impedía salir directamente a la calle. ¡Tenía que buscar la puerta!. Eso iba a hacer,cuando recordé que mi hermana estaba metida en el tumulto de gente adelante, entonces regresé a buscarla, no la encotré, pero tampoco me dió tiempo de encontrar la salida, todo el graderío comenzó a derrumbarse sobre mi y las demás personas que estabamos abajo, caí tendida hacia adelante, algunas tablas cayeron sobre mi, y la gente que estaba en las gradas también, otros pasaban encima. ¡Fue horrible!. Mi hermana y amiga, por milagro de Dios estaban vivas y aunque golpeadas no tuvieron heridas graves ni yo, otras personas sufrieron mutilaciones en la caida. Esa experiencia fué tan terrible para mi, que luego no importaba lo mucho que quisieran convenceme, yo no ponía pie en nada que se pareciera a eso o donde hubiesen muchas personas reunidas. ( El Señor ya me liberò de ese temor)

Otra de esas experiencias sucedió un día que con mi esposo dispusimos salir a caminar, era algo que hacíamos frecuentemente con nuestros niños, caminabamos y explorabamos lugares. Ese día caminamos mucho, era un lugar alejado del pueblo y que no conociamos, así que cuando encontramos a un hombre le preguantamos si habìa algun camino màs corto para volver, nos dijo que si, y nos señaló por donde. Caminamos por un lugar estrecho, entre paredones, era un camino que usaban los que iban a caballo,(tendría menos de dos metros de ancho) de pronto los paredones cambiaron y nos dimos cuenta que el camino seguía en medio de dos barrancos. Entonces me paralicé, ¡No, era imposible que yo pasara por aquel lugar! Era como un puente natural pero sin barandas. La tarde estaba entrando, en pocas horas estarìa oscuro, no había tiempo de volver por el camino que llegamos, comence a sentir calor, falta de aire y todo lo se produce cuando se experimenta mucho temor. Mi esposo despúes de decirme algunas palabras para convencerme, comenzó a caminar con los niños de la mano y me dejò ahí, parada. ¡Tenìa terror de pasar!. Tenìa tres opciones, quedarme a vivir ahì mismo en el monte, volver todos los kilòmetros que habìamos recorrido, sola y tal vez a oscuras, por que seguramente entraría la noche antes de llegar, o seguir a mi esposo e hijos por ese estrecho camino en medio de barrancos. Solo el amor a mi familia me hizo tomar valor para seguirlos. Deben haber sido algunos metros, pero a mi me parecía que no terminaba, sudaba, sentìa que mis piernas se doblaban, fueron unos momentos de gran tensión.
Hay situaciones en la vida que pueden provocarnos una reacción así.
Como he escrito antes, a veces Dios me lo dicen en sueños.
Hace un tiempo soñé que estaba parada en una cuerda y sostenida con mis manos de otras dos. Comenzaban en un lugar escarpado y alto, abajo estaba el mar, frente a mi una gran oscuridad. Yo estaba ahí paralizada, pegada al muro de roca sin querer avanzar , viendo el profundo mar abajo y la oscuridad adelante. Como era un sueño, decidí que yo no pasaría por ahí, asì que subì lo que restaba para estar en terreno firme y al llegar, encontré a una persona y le dije:-Vaya usted en lugar mío por que yo no voy-, pero ella me respondiò:-No, ese lugar ya está reservado y nadie màs puede ir solo usted. Hasta ahì mi sueño.
Al despertar entendí que Dios me estaba mostrando mi condición. En este tiempo han acontecido muchas cosas que me provocan temor y angustia, situaciones que me han hecho decirle a Dios que ya no quiero seguir, que ya no puedo seguir. Esa era la figura de estar pegada al muro viendo el mar y la oscuridad. Pero las tres cuerdas para mi, eran la promesa de Dios que me dice : "Yo estoy contigo hasta el fin de este mundo". Estaba sostenida en esas cuerdas que representaban la presencia de Dios y si caminaba por ellas no caerìa al mar, además las cuerdas seguían aún en medio de la oscuridad. El mar figura todos las situaciones difìciles, tristes, angustiosas que me han tocado y aùn me estan tocando pasar. La oscuridad, lo desconocido, lo que està en el futuro y que no se que es. Se que nadie puede pasar donde a mi me toca, y a pesar del temor, lo que me ha dado fuerzas para seguir es la preciosa promesa de que Dios mismo que me ama con amor eterno y para quien nada es imposible, es el que me sostiene.
" el Señor que te creó te dice:
“No temas, que yo te he liberado;
yo te llamé por tu nombre, tú eres mío.
2 Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo; " Isaías 43:1-2